Mucho se ha transparentado acerca de las distintas realidades por la que atraviesa el personal médico y no médico en el mundo de las atenciones que brindan hospitales y centros de salud a partir de la emergencia provocada por la pandemia del coronavirus. Te contamos una realidad que permito y propone el propio Estado y la vulnerabilidad a la que se expone este universo de trabajadores signados por una historia de precariedad extrema.
Se sabe que los hospitales públicos pueden facturar, como si fueran una clínica. Esto lo hacen a partir de convenios con Obras Sociales. Por ejemplo, si una persona “X” es agremiada a IOSPER, puede hacerse atender en un hospital público presentando una orden o la documentación correspondiente que te acredite como afiliado. Obvio que a esa persona, la atención no le significa ningún gasto en el momento de atenderse, es el Directorio del Hospital quien posteriormente le "cobra" o factura esas prestaciones médica brindada en el nosocomio a la obra social.
¿Cómo continúa el procedimiento?
La Obra Social le paga al hospital por las atenciones que brindó a su afiliado y ese dinero va a una cuenta especial que tiene el hospital. Con ese tipo de cuentas que se abren para recibir el destino de esos fondos provenientes de las Obras Sociales, los hospitales pueden realizar contrataciones de servicios o hacer mejoras edilicias.
Algunos hospitales son también geriátricos y tienen "internados", alojados, residentes mayores de edad afiliados al PAMI, entonces en estos casos, se le factura al PAMI y una vez más se repite el circuito de esos fondos que se reciben, en este caso del PAMI; es decir, lo recaudado, que en el caso de lo que se le factura al PAMI suele ser mayor en cantidad, va a parar a esa cuenta de inversión que le pertenece al nosocomio.
Contrataciones precarizadas y expuestas
Con el dinero que se recibe de la facturación al PAMI por las atenciones que se les brinda a personas de la tercera edad, y con el permiso del Ministerio de Salud de la Provincia, se hacen contratos de servicios. Esto suele suceder en hospitales en los que hay pocos cargos. Un ejemplo claro de esto es el nosocomio Gregoria Pérez de San Gustavo, Departamento La Paz, que brinda atenciones médicas y además es hogar de personas mayores.
Al contar con escasos cargos para su funcionalidad, el hospital se ve obligado a contratar a personas y cubrir los servicios generales de cocina, mucamas, choferes, entre otros. Se les hace firmar un contrato todos los meses a cambio de un monto (que es casi lo mismo que cobran los empleados en planta permanente), pero sin goce de aguinaldo y sin vacaciones (aunque en algunos hospitales se les da una semana de vacaciones a ese personal contratado).
En los últimos años, se le ha solicitado y se han elevado una gran cantidad de pedidos al Ministerio de Salud, para que se concrete la creación de cargos que puedan ser cubiertos por estas personas que, en algunos casos, llevan más de 8 años en estas condiciones, pero no es prioridad y no se da respuestas.
Es una problemática en la que el propio Estado aparece claramente como agente de precarización con una salvedad coyuntural, ese personal está siendo altamente expuesto a posibilidades de contagio en esta etapa de pandemia, con muchos derechos no cubiertos aún.
Lavarse bien las manos
Ante esta realidad, desde el Estado se ha firmado un acuerdo con la promesa de otorgarles los cargos a ese personal precarizado. Esto se comprometió para el año 2018, sin embargo, todo sigue igual, salvo que esta vez con un virus que puede matarlos en la espera.
Sentido Común que a veces suele no ser el más común de los sentidos
Con todo lo que está pasando en esta pandemia, estas personas quedan totalmente afuera del sistema, siendo personal de Salud que está totalmente expuesta a contagiarse y contagiar a su familia.
Para colmo, las Obras Sociales, en esas condiciones laborales no las aceptan. Esto escapa al Ministerio y al Hospital que cuente con estas características, es algo que argumentan desde las Obras Sociales. Dicen que no tienen cupo. Es decir, están sin cobertura social.
Cientos de estos reclamos llegan a diario a las manos de los directores de los hospitales, pero desde los nosocomios no pueden hacer más que elevar (Burocracia y más burocracia), esas solicitudes de creación de cargos al Ministerio.
Cuando uno habla con RRHH y pregunta por este tipo de personal, en la inmensa mayoría delos casos aseguran que son personas que realmente se necesitan.
Imaginemos que en planta permanente, en algunos hospitales suele haber un solo chofer. Si no se contrata a alguien sería uno solo que debería estar todos los días sobrecargado.
Esta no es una historia nueva. Es bastante vieja pero nunca prioritaria. Precariedad y extrema vulnerabilidad laboral, en un universo de trabajares y trabajadas a las que, desde el Estado y aún en medio de una pandemia, no están reconociendo.
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